Una taza de té siempre será de los favoritos cuando buscamos sentirnos reconfortados, además de que esta bebida tiene muchas propiedades para nuestra salud. Las hojas de té provienen de la planta Camellia sinensis, pero ¿qué es lo que hace que se obtengan los diferentes colores y sabores de té que conocemos? La respuesta está en la fermentación y el secado al que son sometidas las hojas.
Té verde: se deja secar la hoja recién cosechada. Tiene un sabor herbáceo y presenta un lindo color verdoso. Es un gran antioxidante, ayuda a fortalecer los huesos, quemar grasa y aporta energía al tomarlo por las mañanas.
Té blanco: se elabora con los primeros brotes de la plata del té. Se caracteriza por tener un sabor sutil y ser un potente antioxidante (tres veces más que el té verde).
Té negro: el intenso color de este té se debe a que está muy fermentado. Se caracteriza por tener un sabor intenso y tener mucha teína lo cual lo hace una infusión energizante natural que incluso ayuda a bajar el estrés.
Té rojo: su sabor es terroso y sus hojas están fermentada, lo cual le da ese color rojizo oxidado tan característico. Mejora la digestión y es ideal para limpiar el organismo y reducir la grasa en la sangre.
Té azul (oolong): está compuesto por las hojas de té blanco fermentadas, es de sabor afrutado y suave. Combate el envejecimiento, aumenta las defensas y reduce la presión arterial.
Té amarillo: sus hojas son ligeramente fermentadas y tiene un sabor agridulce. Previene problemas de visión y combate el envejecimiento.
No olvides que se recomienda no tomar más de 4 tazas de té al día ¿Cuál es tu favorito?