
Mary Kenner (1912-2006) nunca recibió el reconocimiento que merecía por ser mujer y por el color de su piel, pero esto nunca la detuvo y continúo con sus inventos para solucionar problemas cotidianos, con lo cual logró presentar cinco patentes en total, más que cualquier otra mujer negra de la historia.
Kenner creció dentro de un núcleo familiar de inventores, por lo que a muy temprana edad su creatividad y pasión por buscar soluciones eficientes a problemas del día a día mediante inventos la ayudaron a desarrollar una habilidad que no todo el mundo tenía.

En los años 50, Kenner desarrolló un enorme avance en la higiene femenina con la invención de un cinturón para sujetar las compresas con la incorporación de un bolsillo donde se colocaban paños a prueba de humedad. Este método fue clave para que la ropa de las mujeres no se manchara y así pudieran dejar de utilizar trapos y almohadillas de tela, aunque sólo 30 años después de su invención comenzaron a utilizarse. El cinturón para compresas fue su primera patente, y en 1957 fue capaz de registrarla.
A pesar de las adversidades que Kenner tuvo que vivir por ser una mujer de color, ella creía que cualquier persona podía convertirse en un inventor: “Toda persona nace con una mente creativa” dijo, “Todos tienen esa habilidad.”
